Monstruopedia (III): Kelpie

Cuando el calor disuelve las nieves
y tablas heladas flotan breves.
Entonces los kelpies embrujan el fiordo,
cerca tuya,
y viajeros nocturnos son atraídos
para que el kelpie los destruya.
—Address to the De(v)il, Robert Burns

La cita que acompaña a la nueva entrada del bestiario de Sangre de bote es un fragmento del poema «Dirigido al Diablo» del poeta escocés Robert Burns. Traducido libremente por vuestro seguro servidor para que los versos rimen en español. Podéis leer el poema original (en un dialecto escocés del inglés) aquí.

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“The boy and the kelpie” by Isca Lox is licensed under CC BY-NC 3.0

El kelpie, también llamado caballo de agua, era un cambiaformas de la familia de las fuathan, hadas malignas de las Tierras Altas de Escocia vinculadas a cuerpos de agua.

Atraían a sus victimas haciéndose pasar por mujeres u hombres atractivos, aunque algunas fuentes afirmaban que el disfraz no era perfecto y en forma humana el kelpie tenía pezuñas en lugar de pies (como la glaistig). Al tener pezuñas eran asociados al Diablo de la religión cristiana, como ocurre con los kelpies del poema de Robert Burns.

Otro método de caza del kelpie consistía en hacerse pasar por un majestuoso corcel que invitaba a ser cabalgado. Una vez que un incauto se sentaba sobre su grupa, el kelpie trotaba velozmente hacia el lago o el río en el que habitaba. Allí ahogaba a su víctima, luego la evisceraba con sus potentes mandíbulas llenas de colmillos.

Se cree que el origen de la leyenda de los kelpies eran sacrificios humanos para apaciguar a deidades de las aguas. No obstante, también es plausible que formasen parte, en principio, de relatos cautelares para que los niños no jugasen cerca de ríos peligrosos o las jóvenes celtas no se fueran con apuestos extraños.

En una de las historias un grupo de niños encuentran un kelpie, disfrazado de caballo, cerca de la costa. Todos, salvo uno, montan en su grupa. El niño que no se sube al kelpie se queda acariciando el cuello de la criatura cuando su mano se queda pegada a la viscosa piel del kelpie. El kelpie entonces empieza a galopar en dirección al agua. El niño atrapado usa su cuchillo para cortar sus dedos (en algunas versiones la mano entera) y así se libera. Los niños que montaron el kelpie no tienen tanta suerte, mueren ahogados y luego son devorados por él.

Las criaturas feéricas tienen una naturaleza dual y tienen tanta facilidad para obrar el mal como el bien. El kelpie no es una excepción. Una de las leyendas narra como un kelpie se hace pasar por un apuesto varón para seducir a una muchacha. La muchacha le quita su colgante de plata, haciendo que el kelpie vuelva a su forma equina. La muchacha se lleva el caballo a la granja de su padre donde lo hace trabajar por un año. Pasado ese año, la muchacha consulta con el sabio de la aldea y éste le dice que devuelva al kelpie su colgante de plata.
El kelpie pregunta a la muchacha si se convertiría en su mujer de ser él un hombre. La muchacha responde que sí, con lo que el kelpie decide convertirse en un hombre mortal y los dos jóvenes se unen en matrimonio.

Estas historias que formaban parte de la tradición oral celta quedaron registradas por monjes cuando el cristianismo llegó a Escocia.

Los kelpies además de tener la vulnerabilidad habitual al hierro frío de la hadas, también son vulnerables a las armas de plata como los hombres lobo.

En Falkirk (Escocia) hay dos esculturas de 30 metros que representan a dos kelpies, estas esculturas fueron acabadas en el año 2013.

Esto es todo por ahora, adictos al terror.

Conforme nos vayamos acercando a Halloween, fiesta que originalmente era el Samhain celta, añadiré más monstruos celtas a la Monstruopedia.

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